El interés por el estudio de las fosforitas y su génesis aumentó mundialmente a partir de 1930, principalmente por el incremento de su uso como materia prima industrial para la fabricación de fertilizantes.
Además de su empleo como fertilizantes, los fosfatos se utilizan en alimentos balanceados, bebidas, cerámicas, ablandadores de aguas, productos limpiadores, jabones, detergentes e insecticidas, entre muchos otros usos.
El fósforo es indispensable para los organismos vivos. En el caso de las plantas, lo obtienen de los fosfatos del suelo, pero el balance entre el consumo y la reposición natural de los fosfatos y de otros elementos solubles puede quebrarse por deficiencias propias del suelo, o bien por efecto del cultivo intensivo. En estos casos los suelos se empobrecen en fosfatos y el rendimiento de las cosechas disminuye hasta que el suelo queda inutilizado para la agricultura. A partir de 1940, las investigaciones permitieron establecer que los vegetales se alimentan exclusivamente de ciertas sustancias minerales, por lo que se comenzó a extraer esos nutrientes en gran escala para incorporarlos a los suelos, comenzando a partir de allí la moderna industria de los abonos químicos de origen mineral utilizados en la actividad agropecuaria.
El fósforo, el potasio y el nitrógeno son los nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas. De ellos el fósforo es el más crítico en términos de su disponibilidad en la naturaleza. El nitrógeno está presente en la atmósfera como N2, de la cual es extraído naturalmente por algunas plantas. El potasio es obtenido en gran escala de las evaporitas (rocas formadas por el residuo sólido de la evaporación de grandes cuerpos de agua), y también, si es necesario, puede recuperarse del agua de mar. El fósforo solamente se obtiene vía la explotación de depósitos de rocas fosfáticas.