La forma de utilizar los abonos y enmiendas depende del cultivo considerado y de las condiciones particulares de cada suelo. Para el caso de los suelos donde se implantan los cultivos se recomienda efectuar análisis químicos periódicos con el fin de determinar con exactitud las combinaciones y dosificaciones de los fertilizantes que convendrá utilizar en cada caso, luego de lo cual es posible proceder a distribuir los abonos y las enmiendas. Corrientemente se realiza una fertilización al sembrar, denominada fertilización de fondo, consistente en enterrar fertilizante a una profundidad de unos 10 cm y a poca distancia de la semilla o planta, de tal forma que el cultivo disponga de los nutrientes al desarrollar su raíz. Esta operación se complementa con una distribución posterior del fertilizante, denominada fertilización en cobertura, que se efectúa al voleo o mediante pulverizaciones directas sobre el follaje.

En cualquier operación debe considerarse la solubilidad diferencial de los distintos elementos nutrientes empleados. Por ejemplo el nitrógeno en medio húmedo se solubiliza en forma casi inmediata (24 a 72 hs), mientras que el fósforo que es menos soluble necesita entre 30 y 40 días para ser asimilado por los cultivos, dependiendo de la variedad considerada.

Con respecto a la comercialización de los fertilizantes, en el marbete de cada bolsa o bidón se deben indicar los porcientos de cada elemento expresados en Nitrógeno (N), fósforo (P2O5) y potasio (K2O), magnesio (MgO), calcio (CaO) y elementos menores. Debe además indicarse el grado, que representa el mínimo contenido garantido de los elementos nutrientes indicados en porcientos. Por ejemplo una relación N:P:K de 4:8:4,5 representa un abono de grado 16,5 (la suma de los elementos) y con un 4% de N, con 8% de P2O5 y 4,5% de K2O5 solubles en agua. Similar tratamiento debe darse a los elementos secundarios si se presentan en el compuesto.

Para la determinación del costo de un fertilizante dado se debe tener en cuenta el valor unitario de cada elemento (grado), considerándose por lo general la unidad de nitrógeno como la más costosa, seguida por la del fósforo y por último la de potasio.

Finalmente otro aspecto a tenerse en cuenta en la comercialización de los fertilizantes de origen mineral, es la homogeneidad de la mezcla o del compuesto, su estado físico (si es pulverulento, granulado o líquido) y un envase que en el caso de los fertilizantes en estado sólido garantice su estanqueidad, considerando que muchas sales son fuertemente higroscópicas, particularmente la urea. Es por ello que en la cadena de comercialización de estos productos es fundamental su almacenamiento en ambientes de baja humedad hasta el momento de incorporarlos al suelo o a los cultivos.

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